Cómo introducir a tus hijos en esta técnica y qué ejercicios pueden empezar a realizar para obtener beneficios
Al igual que los adultos, los niños también pueden sufrir estrés y ansiedad. Esto suele guardar relación con la escuela, el hogar, las amistades o cualquier otro factor que pueda hacer que se sientan abrumados o inseguros. Para aliviar todas estas sensaciones, hay recursos que pueden ayudar, como la técnica Koeppen. La técnica Koeppen es un método fácil y divertido para los niños, ya que consta de una serie de ejercicios, que consigue relajar diferentes grupos musculares.
La técnica en sí se basa en la conexión existente entre el cuerpo y la mente. Para ello, el objetivo es relajar el cuerpo y lograr, de esta forma, despejar la mente. A su vez, nos hace centrarnos en el cuerpo y alejarnos de la mente, lo que resulta una buena manera de evadir nuestra atención de cualquier pensamiento negativo que pueda estar causándonos estrés.
Cómo practicar la técnica de Koeppen
Para ayudar a tu hijo a familiarizarse con este método, lo mejor es guiarlo a través de las etapas. Para ello, lo mejor es crear una rutina y practicar con él, enseñándole todos y cada uno de los ejercicios. Cuando ya ha logrado familiarizarse con la práctica, y en relación a su edad, el niño podrá avanzar por sí mismo. Lo positivo de esto es que siempre será accesible para ellos, siempre estará a su alcance.
Las etapas
Para lograr una relajación completa del cuerpo, lo recomendable es ir progresando por etapas, donde cada una de estas etapas equivale a la focalización en un músculo o grupo muscular concreto. Nosotros te proponemos, como introducción, las siguientes 4 etapas. Comienza pidiendo a tu hijo que encuentre una posición cómoda para sentarse, cierre ligeramente los ojos y dé inicio a los siguientes ejercicios:
Ejercicios
- Exprimir un limón. Imagina que tienes un limón en la mano izquierda y que debes exprimir todo su zumo tan fuerte como puedas. Fíjate en cómo sientes la mano y el brazo mientras exprimes el limón. Ahora relaja el brazo. ¿Cómo sientes ahora tu brazo izquierdo? ¿Está más relajado que antes? ¿Lo notas más relajado que el brazo derecho? (Repite con el otro brazo).
- El gato perezoso. Imagina que eres un gato perezoso que quiere estirarse al sol. Empieza por estirar los brazos delante de ti y luego levántalos por encima de la cabeza. Estira desde los hombros hasta la punta de los dedos. ¿Sientes cómo se estiran los hombros y los brazos? A continuación, relaja los brazos y colócalos a cada uno de los lados del torso, en posición vertical, manteniendo la columna recta. ¿Cómo sientes los brazos y los hombros? ¿Están más relajados que antes?
- La tortuga. Eres una tortuga sentada en una cálida roca bajo el sol. Sin embargo, fuera hace viento y quieres esconderte en tu caparazón. Sube los hombros hasta las orejas para protegerte todo lo que puedas, simulando el gesto de introducirte en el caparazón. ¿Sientes cómo tu cuello y tus hombros se estiran mientras te escondes en tu caparazón? Ahora que el viento ha cesado, puedes salir lentamente del caparazón. Fíjate en lo relajado que queda tu cuello.
- Un chicle. Tienes un enorme chicle en la boca y quieres masticarlo. Para ello, para masticarlo, debes utilizar todos los músculos de la mandíbula: muerde con fuerza el chicle, sintiendo cómo se tensa tu mandíbula. Ahora deja de masticar y nota que tu mandíbula se relaja.