Como madre, siempre he pensado en lo importante que es enseñarles a los niños el valor del ahorro. Para mí, es fundamental que aprendan a valorar y cuidar lo que tienen en casa, conociendo y entendiendo el límite de gastos que tienen sus padres. Hacerles entender que las cosas se adquieren con esfuerzo y dedicación.

Creo que este sencillo principio es parte vital de la vida, de la formación del carácter. Todo es ilimitado para los niños y muchas veces consideran que lo que piden puede ser asequible, que se puede tener todo cuando quieren. Esto puede cambiar si se les enseña que las cosas tienen un valor, que hay una diferencia entre las necesidades que se tienen y los caprichos, y que no todas las cosas que se quieren se pueden tener de forma inmediata.

Este es un principio que me ha enseñado mi madre desde que era muy pequeña y hoy en día se lo agradezco infinitamente. Siempre me decía que debía aprender a manejar mi dinero, entendiendo la importancia del esfuerzo y del sacrificio que se debía tener para obtener algo, motivándome a tener metas de ahorro a largo y a corto plazo, ayudándome a alcanzar con satisfacción esas metas.

Enseñando a ahorrar

El ahorro se convirtió en algo fundamental en mi vida y definitivamente es algo que inculco mucho en mis hijos, considerándolo fundamental para la formación de buenos administradores, empresarios y negociantes.

Me encanta ahorrar con mis hijos para las cosas divertidas que les gusta hacer, como ir al cine con sus amigos, comprarse un juguete o algo que quieran. Cuando lo logran, no reparo en felicitarlos, esto solo promueve su motivación para seguir haciéndolo.

Esto debe ser una conducta habitual en casa, no solo con los niños sino con la familia, es algo que deben realizar los padres también. El ejemplo es la mejor enseñanza que se les puede dar, si sus padres son ahorradores seguramente ellos lo aprenderán.

Parte fundamental del ahorro es que se les enseñe a diferenciar cual es el valor y cuál es el precio, que hay cosas que no se obtienen con dinero, como el compartir con la familia, pasar momentos de juego, amigos, sonreír y ser feliz, son cosas que no se compran pero que tienen un valor importante que también se debe cuidar y administrar.

Todo lo que hagan los niños tiene que ser direccionado en pro a la buena administración de lo que tienen, para que comprendan que todo tiene valor, no solo con un precio, sino también con el esfuerzo. Por ejemplo, si se quiere ver la habitación ordenada, es necesario realizar tareas diarias para obtenerlo: tender la cama, ordenar los juguetes, cumplir con sus tareas, no todo hay que dárselo o hacérselo, así podrán comprender que nada es fácil y que no todo puede estar al alcance de ellos.

Todo lo mencionado anteriormente formará niños con carácter, con principios de responsabilidad, siendo agradecidos, valorando cada día lo que tienen.