La inducción del parto o como se le conoce parto inducido, es una alternativa usada por el proveedor de salud que atiende a la embarazada cuyo tiempo ya excede las 40 semanas de gestación.

Esta técnica se utiliza en ciertos y determinados casos, ya que por suerte la naturaleza ha dotado a la mujer de un reloj biológico que le avisa cuando ha llegado el momento de dar a luz, de no ser así se podría recurrir a esta maniobra médica.

Se aplica solo si es necesario.

Si ya han pasado dos semanas más del tiempo normal de gestación, o si el médico tratante cree que amerita una inducción de parto, se puede proceder con este método que hará que se desencadenen las contracciones y la labor de parto.

Es importante estar informada sobre las posibles situaciones en que se puede inducir el parto:

embarazo
  • Si ya es la semana 42 y aún no hay señales de dilatación de útero.
  • Si presentas diabetes gestacional.
  • Si se presume que el bebé puede presentar sufrimiento fetal.
  • Si se rompió la bolsa amniótica y aún no se presentan las contracciones.
  • Si se comprueba un desprendimiento placentario.
  • Si presentas tensión alta.
  • Si se presenta infección en el útero.

¿En qué momento se puede practicar sin que afecte la salud fetal?

No es recomendable antes de la semana 39, hasta ese momento se debe esperar a que se desencadene el parto de forma natural. A partir de la semana 40 se pudiera solicitar o sugerir por diversas razones:

  • Por sospechar y evitar una macrosomía fetal.
  • Posibilidad de la disminución del líquido amniótico.
  • Si hay ciertas implicaciones de salud como problemas renales, u obesidad.

¿Qué puede pasar durante una inducción de parto?

Se utilizan algunos métodos para dicha inducción, si bien es cierto que el ejercicio físico ayuda al momento del parto, la preparación del piso pélvico, las respiraciones y las posiciones para el recibimiento del nuevo bebé, nada de esto se cuenta como inducción del parto.

Esto es lo que debes esperar de la inducción del parto:

  1. Maduración del cuello uterino mediante prostaglandinas sintéticas que, al colocarse en el interior de la vagina, suavizan o afinan el cuello haciéndolo permeable para comenzar un proceso de dilatación.
  2. Rompimiento del saco amniótico de forma delicada con el instrumento idóneo y cuidando que la cabeza del feto se encuentre lejos del cuello del útero se procede a romper para provocar el descenso del feto y comience el alumbramiento.
  3. Medicación intravenosa mejor conocida como pitocin que es una versión sintética de la oxitocina, una hormona que hace contraer el útero.

Sin riesgos ni efectos secundarios.

Los profesionales de la salud están capacitados para realizar estos procedimientos, la pericia de la profesión les da la seguridad y el conocimiento para realizar estos procedimientos cuando lo consideren necesario.

Es por esto que es muy importante que la embarazada asista a sus controles prenatales y pueda estar enterada paso a paso de su evolución uterina y el estado de salud de su bebé.